Marcó, pero le colgaron.
Gabriel se quedó serio. Estuvo a punto de volver a llamar, pero sabía que ella no contestaría, así que marcó otro número.
—Averigua dónde está Regina.
No pasaron ni diez minutos cuando Alan le devolvió la llamada. Gabriel apagó el cigarrillo que sostenía, manejó hasta el edificio de Regina y estacionó el carro frente a la entrada.
Se bajó y subió al departamento. Cuando se abrieron las puertas del elevador, salieron dos personas; una de ellas, que llevaba una gorra de béisbol y un cubrebocas, pasó a su lado.
Estaba a punto de entrar, pero se detuvo en seco. Entrecerró los ojos, observando la figura que se alejaba, y la silueta le resultó familiar de un modo extraño.
***
Regina terminó de contestar los mensajes del grupo y, cuando iba a levantar la mesa, sonó el timbre.
Pensando que era Sebastián quien había regresado, dejó el celular y fue a abrir. Sin embargo, al abrir la puerta, quien estaba frente a ella era Gabriel. Su sonrisa se evaporó.
—¿Qué haces aquí?