A pesar de que no se conocían desde hacía mucho, y aunque se habían mantenido en contacto durante el último año, la mayor parte de su comunicación había sido por chat. En persona, apenas se habían visto un par de veces.
—Regi, ¿no tenías algo que decirme?
Sebastián la miraba con una sonrisa expectante.
Regina lo soltó y le indicó con un gesto que volviera a sentarse a la mesa para hablar. Esta vez, él fue obediente y se sentó.
Tomó asiento de nuevo frente a él y, tras pensarlo un momento, se atrevió a hablar bajo su mirada nerviosa e inquieta.
—Primero, acepta este dinero.
El brillo en los ojos de Sebastián se extinguió.
Regina se apresuró a explicar.
—Es que… creo que si dos personas van a empezar una relación, no debe haber deudas de por medio, ni de dinero ni de favores. Hay que dejar las cuentas claras, si no, yo voy a sentir muchísima presión. Si estuviéramos juntos, no sabría si es por agradecimiento o porque en serio me gustas. Una relación así, donde no somos iguales, no podría