Silvia estaba furiosa.
Gabriel tampoco entendía cómo habían llegado al divorcio.
Ni siquiera tenía claro por qué Regina insistía en dejarlo. ¿Era por Maximiliano?
Solo pensar en esa posibilidad le provocaba un fuerte dolor de cabeza.
Al otro lado de la línea, al notar el silencio de su hijo, Silvia supo que el problema era él.
—¿Qué le hiciste?
—Es mi problema, no te metas.
Estaba harto.
—¿Quieres matarme de un coraje? Tienes veintiocho años, no dieciocho. No llevas ni cuatro meses casado y ya te divorciaste. ¿Qué va a decir la gente de nosotros? ¿Qué van a pensar de ella? Y no digas que no te lo advertí: una chica como ella no va a durar sola, hay muchísimos hombres buenos que van a querer estar con ella. Cuando se case con otro, te vas a arrepentir…
Colgó y arrojó el celular a un lado.
Odiaba la idea de que Regina se casara con alguien más. La sola imagen de ella con Maximiliano hizo que se quedara enojado.
***
Gracias a que Maximiliano se encargó de difundir la noticia, en los círcu