Maximiliano dejó a Regina en el hotel.
Ella no lo dejó subir.
Ahora que lo había utilizado, su actitud se volvió seca.
Pero no le importó. Ahora que se había divorciado de Gabriel, tenía todo el tiempo del mundo para recuperarla.
Estaba de muy buen humor. Vio a Regina entrar al hotel y se fue en su carro.
Volvió sola a su habitación. Se quedó sentada en el sofá, con la mirada perdida, durante un buen rato. Sacó de su bolso el certificado de divorcio. Se sentía como si todo hubiera sido un sueño, como si estuviera viviendo en otro mundo.
Como si su matrimonio de pocos meses no hubiera sido más que una ilusión.
Ahora, volvía a estar soltera.
Pero al abrir un cajón, su vista se posó en la prueba de embarazo que guardaba allí.
Las lágrimas comenzaron a brotar sin control.
Sin nadie que la viera, se derrumbó.
«Bebé, fue mi culpa. Perdóname, por favor. No debí pensar esas cosas. Si no lo hubiera hecho, ¿seguirías aquí conmigo?»
***
Poco después, Alan llegó al hotel para entregarle las nuevas