Considerando la situación económica de la familia Solís, además de los padres de Gabriel y su abuela, mantener a un niño no representaría ninguna presión.
Pero entonces recordó que había confesado no sentir nada por ella.
Regina comprendió: él no quería un hijo suyo.
Claro, porque aún tenía a su primer amor en la cabeza y seguro quería volver con ella.
Al pensar en esto, se tocó el vientre, deseando con todas sus fuerzas no estar embarazada.
Después de comer, mientras regresaba a la tienda con Verónica, pasaron por una farmacia. Entró y compró las mismas dos cajas de medicina que el doctor le había recetado la vez anterior.
—¿No quieres comprar una prueba de embarazo para salir de dudas? —le sugirió su amiga.
Recordó la falsa alarma que le había provocado una de esas pruebas.
Fue por eso mismo que terminó exigiéndole a Gabriel que se hiciera responsable.
Hizo un gesto de desaprobación, pagó las medicinas y salió de la tienda.
Verónica la siguió, insistiendo.
—Si estás embarazada, esas