Alicia no esperó a que Regina subiera; bajó a buscarla ella misma.
Andrea se puso de pie.
—Señora.
—¡Andi, querida! Siéntate, por favor. Tenemos mucho tiempo sin vernos, vamos a platicar un rato.
—Me encantaría, pero tengo que volver al trabajo. Usted platique con Regi. En cuanto tenga una oportunidad, la invito a comer.
—¡Cómo crees! Tú tranquila, a mí me toca invitar. Cuando tengas tiempo, le dices a Regi y las llevo a las dos a comer algo delicioso.
—Claro, se lo agradezco mucho. ¿Quiere tomar algo? Yo se lo pido.
Alicia echó un vistazo al menú. Últimamente cuidaba mucho su salud, así que los cafés y las bebidas de ese tipo no le interesaban.
—Con un vaso de agua está bien, gracias.
Andrea asintió y le pidió al mesero que trajera un vaso de agua al tiempo.
—Señora, me retiro.
—Claro, ve a trabajar. No te quito más el tiempo.
Cuando Andrea se fue, Alicia se volteó hacia su hija. Al observarla de cerca, notó que tenía los ojos enrojecidos.
Regina sintió la mirada de Alicia y se puso n