Regina tomó su celular y activó el modo de no molestar.
Por fin, la habitación quedó en silencio. Ahora sí podían desayunar en paz.
—Hoy en la noche hay una subasta, ¿quieres que vayamos a ver qué tal?
Regina asintió.
—Claro.
***
Después de desayunar, Andrea no dejó que Regina se quedara encerrada en el hotel y la llevó de nuevo a la calle para ir de compras.
Aunque intentaba disimular, su amiga notaba que no tenía muchos ánimos. A cada rato se quedaba con la mirada perdida, como si algo la tuviera muy preocupada.
Seguía igual que el día anterior. Eso la preocupaba mucho.
Pasó otro día de compras con su amiga. Tener compañía era un poco mejor que estar sola. Lograba controlar sus emociones cuando pensaba en su hijo, pero cuanto más se contenía, más oprimida se sentía.
Al caer la noche, ambas se dirigieron a la casa de subastas.
Regina no esperaba encontrarse ahí a Mónica. Lisa y sus amigas también habían ido.
Cuando llegaron, el grupo que rodeaba a Mónica dejó de hablar y todas las mir