—Max, ahí está tu tío. Vamos a platicar con él.
Javier le dio una palmada en el hombro a su hijo.
Maximiliano por fin apartó la vista y, con un simple "está bien", se fue con su padre.
Alicia estaba a punto de hablar con Regina cuando la señora Luna se acercó con otras señoras, sonriendo de oreja a oreja.
—Vaya, ¿no es Regina? ¡Cuánto tiempo sin verte! Ya pensaba que tu mamá te iba a tener escondida para siempre.
Al escuchar esto, Alicia se tensó.
—Ese comentario está fuera de lugar. ¿A qué te refieres con que la tengo escondida? ¿No ves que mi hija acaba de volver?
Regina se apresuró a intervenir con una sonrisa.
—Así es, señora Luna. Estuve un año estudiando fuera, regresé apenas anoche.
—¿Estudiando?
La señora Luna la miró de arriba abajo, fijándose en su cabello corto, y comentó con tono crítico:
—Ya vas a cumplir veinticuatro, ¿no? No eres ninguna niña. Ahora que estás divorciada, deberías aprovechar que eres joven para volver a casarte. Si dejas que se te pasen los años, las opci