Regina se tranquilizó a sí misma. Gabriel se había visto con Mónica, sí, pero seguro que solo fue para devolverle los aretes. Si quisiera volver con ella, Mónica no habría tenido que venir a buscarla.
Además, la noche anterior él le había prometido que le sería leal.
Consiguió calmarse y sonrió con burla.
—¿Y tú cómo sabes que Gabriel no me quiere? ¿Te lo dijo él? ¿Qué te parece si le marco y le preguntamos?
Dicho esto, sacó el celular como si fuera a marcar.
A Mónica se le transformó la cara.
—¿No te das cuenta de lo agotado que está Gabriel contigo?
En realidad, Regina no pensaba llamarle. Se mordió el labio y levantó la vista, desafiante.
—Te la pasas peleando con él. Ha tenido que salirse a tomar solo varias noches, ¿no sabes lo peligroso que es manejar tomado? Y, por si fuera poco, siempre ha tenido el estómago delicado... ¿Qué sentido tiene que sigan así? ¿No podrías ser un poco buena y dejarlo en paz de una vez?
Regina apretó el celular con más fuerza.
—¿Y por qué no vas y le di