Al haber más gente, Regina dejó de sentirse incómoda.
El grupo comió a gusto en el mercado y, después de dar una vuelta, regresaron al hotel. Justo en ese momento, se encontraron con Ana, que salía del restaurante después de desayunar.
Ella vio que Regina venía con Sebastián y su equipo, así que la tomó del brazo y, apartándola un poco, le dijo en susurro cómplice:
—Te lo dije, le gustas a Leo. Hasta para desayunar te invita. Es obvio que te quiere conquistar.
—Hoy me levanté temprano para ir a caminar y me los encontré de casualidad, eso es todo —explicó Regina.
Apenas terminó de hablar, Leo le gritó desde lejos:
—¡Regi! ¿Jugamos en la noche?
El grito hizo que todos a su alrededor voltearan a verla.
Ana sonrió.
—Ay, no te preocupes, es normal. Una mujer tan guapa como tú seguro tiene muchos pretendientes. Pero también sé que a ti no te interesa, digo, con el novio que tienes…
—Voy a subir por unas cosas.
Regina no quería seguir hablando de su vida personal con Ana, así que buscó un pr