Los preparativos se hicieron rápido. Dean fue convocado al despacho y, aunque dudó al inicio, aceptó quedarse al mando de la manada en ausencia de Ragnar.
—Cuidaré de todos como si fueras tú —prometió inclinando la cabeza.
Dean podía tener ese aire despreocupado, pero conocía su lugar y era leal a Ragnar, así que podían confiar en él.
—Confio en tí, Dean —añadió Ragnar —. Sé que mantendrás a salvo la manada y si pasa algo…
—Enviaré a alguien enseguida para informarte, no te preocupes.
Jordan sería dejado al cuidado de la madre de Ragnar en casa de la familia de Alona, junto a los primos. Lyra lo observó dormir esa última noche antes de partir, su cabello despeinado, su respiración tranquila. Un nudo se le formó en la garganta, pero no dejó que las lágrimas salieran. Le prometió que regresaría con él sin importar nada, no lo dejaría solo, de eso estaba segura.
Al amanecer, Ragnar y ella se encontraron a las puertas de la manada, junto con Danika y Nolan, se dirigían a la manada Est