Lyra finalmente había logrado transformarse y Ragnar nunca imaginó que ella pudiera tener ese poder, había acabado con una docena de vampiros en pocos minutos, no había dejado ni uno solo, ni siquiera un cuerpo completo, su furia era inmensa…
—Alfa, seguimos sos ordenes.
Ragnar reaccionó cuando el jefe de los guerreros tocó su hombro, apenas lo vio y sus ojos volvieron a Lyra, la tenía entre sus brazos, volvió a levantar la mirada, se dio cuenta que el lobo tenía un gesto entre sorprendido y asustado, al igual que el resto de su gente, la escena era demasiado incluso para ellos.
—Lleven lo que quedo de los cuerpos un par de metros afuera y que sea una advertencia para los vampiros —señaló —. Encárguense de todo.
Su prioridad ahora era Lyra.
La recogió en sus brazos con una delicadeza que contrastaba con la ferocidad con la que su imagen representaba. El calor de su piel aún vibraba, como si su loba no quisiera apagarse del todo, como si en cualquier momento pudiera volver a rugi