Lyra aceptó y Romulus definitivamente estaba molesto al verla acceder tan fácil.
—Llega puntual, no hay segundas oportunidades.
Cuando el lobo se dio la vuelta y se alejó. Romulus aún seguía apretando los puños, se dio cuenta como los ojos de Lyra se iluminaron de pronto, ella pensaba que seguramente Kael se había arrepentido por su despido y había pedido que volviera, aunque seguramente no podría darle su antiguo empleo, pero al menos podría volver a la mansión cerca de él. Lyra se fue a dormir ilusionada.
—Prometeme que estarás bien, Lyra —le suplicó Romulus a la mañana siguiente —. Recuerda que eres fuerte.
Aunque no tenían la misma sangre, él la consideraba su propia hija y no quería que la volvieran a lastimar.
—Estaré bien, lo prometo —le sonrió —. Estaba muy emocionada para contradecir a Romulus y sus locuras de ella y su loba imaginaria.
Él tuvo que aceptarlo, Lyra ya tenía edad para tomar sus propias decisiones, así que no podía detenerla.
Aunque Lyra no lo iba a admitir, dentro de su corazón tenía la esperanza de que Kael y ella poco a poco se podrían conocer y acercar más, tal vez el rechazo había sido solo un error de su parte y ella estaba dispuesta a perdonarlo.
La lavandería era un lugar con demasiado ruido, el lugar tenía máquinas funcionando todo el tiempo. En la mansión se usaba demasiada ropa, todo el tiempo, las sirvientas cambiaban sábanas diario, lavaban cortinas, cambiaban los manteles del comedor en cada tiempo de comida, además de lavar la ropa de toda la familia del Alfa y sus invitados constantes, así que había mucho trabajo.
—Deberás cargar la ropa justo aquí —señaló la ama de llaves —. Al terminar, la sacas y la pasas aquí para secarla y al terminar la doblas y la colocas en este cesto, una de tus compañeras vendrá por ella para llevarla arriba, ¿entendiste?
—Sí, señora.
—Es el trabajo más fácil del mundo Lyra, si cometes un error te vas, está vez tuviste suerte que la futura Luna haya intervenido por ti.
Lyra levantó la vista sorprendida por las palabras de la mujer.
—¿La futura Luna? —dudó Lyra.
—El Alfa Kael ha encontrado a su pareja y la ha traído a la mansión, ha dejado muy claro que la debemos hacer sentir como en casa porque viene de otra manada, así que no la fastidies, no salgas de aquí.
—No entiendo, dijiste que viene de otra manada. Quiere decir que el Alfa Kael trajo a una loba de afuera para que fuera su pareja.
—Es su pareja —rodó los ojos —. Eres tan tonta, siempre te cuesta entender las cosas.
La ama de llaves se dio la vuelta y dejó sola a Lyra en la lavandería, Lyra empezó a sentir el dolor en sus huesos de nuevo, le subió un poco la temperatura. Kael había traído a una loba de afuera para que fuera su pareja, el rechazo era definitivo, él no la quería a ella, nunca estarían juntos.
Lyra tuvo a Kael en sus pensamientos, ella estuvo ahí cuando tomó el control de la manada, estuvo en su primera transformación, lo vio dar discursos frente a la manada, recordó cuando lo veía en la casa, incluso cuando estaba comiendo…
De pronto la puerta se abrió, ella sintió ese olor atrayente y giró. Kael estaba frente a ella con la mirada afilada y los labios apretados.
—Kael…
—Deja de llamarme —le rugió.
—¿Qué?
—No te hagas la tonta, si sigues llamándome o intentas acercarte a mí te voy a enviar al otro extremo de la manada para que me dejes en paz. Detente ya.
Lyra estaba sorprendida por sus palabras, había pensado en él todo el día, pero no era su intención llamarlo, no sabía que así era como funcionaba, al no tener lobo, sus conexiones con la manada eran muy débiles, casi de la nada. Nunca pudo aprender el enlace mental, pero al parecer funcionaba con Kael.
—Yo… lo siento…
—Cielito, aquí estás, te estaba buscando —la voz de una mujer se hizo presente.
Lyra vio como una rubia alta apareció deslizando su mano sobre el pecho de Kael hasta abrazarlo por completo, la reconoció, esa era la mujer que estaba con Kael cuando ella fue despedida y a su lado venía el guardia que había ido a su lado, era cierto, había sido ella quien la trajo aquí.
—¿Qué estás haciendo aquí? —dudó la loba.
—Nada —murmuró Kael —. Vamos arriba, Sierra. —La abrazó —. Mi madre nos está esperando.
Sierra de la manada Suroeste, era una loba que provenía de la familia de los Alfas, era perfecta para Kael, descendiente de buena familia, con buen linaje, hermosa y elegante, además su loba aunque fuera una Beta, era bastante fuerte, así que ella era perfecta para el papel de Luna en su manada, Sierra lo aceptó aunque no fueran pareja destinada, ella quería seguir disfrutando de las comodidades que le daban ser líder de una manada, aunque ahora alguien las amenazaba porque se dio cuenta que algo se traía esa Omega con Kael.
Después de su almuerzo, Sierra bajó a la lavandería, quería ver a esa loba, iba a dejarle claro que Kael era suyo y estaba dispuesto a hacer lo que sea por permanecer a su lado y tener todas sus comodidades.
Lyra estaba terminando de doblar las sábanas cuando sintió un escalofrío en su espalda, al darse la vuelta vio que Sierra había entrado a la lavandería.
—Así que tú eras la zorra de Kael.
—No entiendo lo que me dice —murmuró Lyra.
—No me vengas con mentiras, seguramente te metiste en la cama de Kael y quisiste conquistarlo para poder convencerlo de que te escogiera como tu pareja, por eso pusiste esa cara cuando nos viste juntos —dio un paso al frente —. Escúchame bien, Kael es mio, somos pareja y yo voy a ser tu Luna, así que te quiero lejos de él.
Sierra creyó que ya la tenía acorralada, pero entonces vio un destello en los ojos de Lyra, sus ojos se estaban oscureciendo un poco y un rugido salió de su pecho. La loba de Sierra la obligó a retroceder, casi pudo sentir que iba a inclinarse, pero en ese momento Lyra vio una oscuridad seguida de una imagen que no lograba distinguir, se tambaleó y tuvo que sostenerse de la mesa.
Sierra recuperó la compostura, aún tenía una mezcla de miedo y enojo contra esa loba inútil que tenía al frente, miró la cesta de ropa limpia y la lanzó al suelo.
—Recogela y vuelve a lavarla —le ordenó antes de darse la vuelta e irse, estaba huyendo, pero nadie lo sabía.
Lyra tuvo que esperar unos minutos para recuperarse, recogió la ropa y volvio a lavarla, terminó tarde y volvió a casa al anochecer. Romulus la estaba esperando con la cena, pero Lyra apenas si la vio.
—Parece que sobreviviste a otro día en el palacio —comentó Romulus.
—Eso parece —suspiró.
—Lyra, no tienes que trabajar en ese lugar —le pidió —. Comenzaré a cobrar lo que hago, estaremos bien.
Ella apenas sonrió negando con la cabeza.
—Eres solo un viejo terco y sabemos que no lo vas a hacer.
—Lyra…
—Estoy bien, papá —aclaró —. Y me gusta mi nuevo trabajo, pagan mejor y aunque no lo creas tengo más tiempo libre, así que no te preocupes.
Romulus sabía que algo pasaba, pero ella lo estaba ocultando, trataba de entenderla, pero cuando Lyra se proponía a encerrarse en su mundo, nadie la podía sacar de ahí, así que lo único que podía hacer era pedirle a la Diosa Luna que le diera una oportunidad de ser feliz, Lyra ya había sufrido demasiado.
Lyra comenzaba a acostumbrarse a su nuevo trabajo, era de rutina y con el tiempo lo hizo más rápido y eficiente, comenzó a llevarse un libro y aprovechar el tiempo para aprender, la lavandería se había convertido en su refugio y poco a poco se sentía mejor, pero eso no le iba a durar mucho porque esa mañana mientras pasaba la ropa de un lado a otro, la ama de llaves entró a la lavandería.
—Lyra, necesito que de hoy en adelante te quedes una hora más tarde, al terminar aquí tienes que ir directo a la cocina, el Alfa se casará la siguiente semana y ha solicitado a todo el personal para que sirva en su boda.
Kael iba a casarse con esa loba, seguramente iban a hacer la ceremonia de marcarla, esa tendría que ser ella, ese era su lugar, pero Kael la rechazaba y estaba con otra loba, ese día sintió como cada parte de su piel era arrancada de nuevo, el agudo dolor recorría su cuerpo, debió morir esa noche con sus padres, ella jamás debió estar viva para sentir ese agonizante dolor.
La boda llegó más pronto de lo que Lyra hubiera deseado, cada día era como caminar sobre las brasas de fuego, especialmente con Sierra que presumía de su hermoso y gigante anillo de compromiso mientras daba órdenes a todos diciendo que era la Luna de la manada.
Impuso varias reglas, desde prohibir el paso a los lobos del pueblo en la casa de la manada hasta mejoras en los alrededores y su interior como pisos de madera y una piscina privada, presumía ser hija de los Alfas de la mejor manada y convertiría a está manada en algo mejor, aunque significará aislar a todos.
El día de la boda les ordenaron a todos los sirvientes estar desde las cuatro de la mañana en el lugar.
–¿Estás segura que quieres ir? –le cuestionó Romulus a Lyra un día antes.
–Es mi trabajo, tengo que ir –fue su respuesta.
Por supuesto que no quería ir, no quería presenciar cómo su pareja y el lobo que había amado en secreto por tanto tiempo iba a contraer matrimonio con alguien más.
Se levantó y fue directo a la casa de la manada, donde le encargaron el trabajo más insignificante, los arreglos florales. Escuchó los murmullos de sus compañeros sobre lo mala que era la nueva Luna, pero prefirió no involucrarse. Ya había aprendido a sobrevivir en silencio.
Al regresar del jardín con un nuevo ramo de lirios, iba tan concentrada en sus propios pensamientos que no se dio cuenta cuando chocó contra alguien, abrazó las flores con fuerza para no dejarlas caer, pero la sostuvieron, cuando levantó la mirada se dio cuenta que era Kael.
Sus ojos se encontraron. Se quedaron así, detenidos en un segundo suspendido.
Kael tenía los labios entreabiertos, como si algo quisiera decir, pero no podía.
Lyra se sintió vacía. Vulnerable. Y sin embargo, incapaz de moverse.
Fue Sierra quien rompió el hechizo.
–¡Pero qué es esto! –exclamó con voz chillona llegando a ellos –. ¿Tú otra vez?
Lyra bajó la mirada de inmediato, estaba por irse, pero Sierra no lo iba a permitir, su única alternativa era hacerle ver a Kael lo inútil y desastrosa que era esa Omega.
–Estás flores no sirven –tomó las flores de sus manos y las tiró al suelo con furia –. Eres una inútil, ni siquiera puedes hacer esto bien.
Kael había dado un paso atrás, se pasó los dedos por la nariz, antes de tomar del brazo a Sierra.
–Debemos ir al salón, la ceremonia va a iniciar.
Pero Sierra se sacudió y se dio la vuelta hacía él.
—¡No me digas qué hacer en mi boda! —chilló—. ¡Está Omega inútil casi arruina la ceremonia! Aunque solo con su sucia presencia lo hace. ¡Limpia esto y lárgate!
Le dio un par de pisadas a las flores mostrando sus colmillos, Lyra sintió que los ojos le ardían, pero no iba a llorar, solo los observó cómo se tomaron de la mano y se fueron.