Capítulo 2

Lyra escuchó los golpes en la puerta seguido de la voz de Romulus. 

—Llegarás tarde, Lyra, despierta, no seas perezosa. 

—Cállate viejo, tú deberías estar en la cama ahora  mismo. 

—Levantate niña malcriada o te echaré agua fría y tendrás que sacar tu cama a secar. 

Eso fue suficiente para que Lyra se levantará, sintió el dolor en sus huesos y parece que había tenido fiebre por la noche, sabía que era por el rechazo de Kael, no quería salir de su habitación, pero debía hacerlo. 

Sabía que Romulus no le mentía cuando le decía que iba a echarle el agua fría encima, además no quería preocuparlo, lo mejor era seguir con su rutina. Así que fue a prepararse para ir a la mansión, apenas si tocó el desayuno y aún así llegó tarde a la mansión. 

—Al fin llegas, niña —le  habló la ama de llaves —. Aunque no tengas un lobo deberías ser útil en algo y al menos llegar a tiempo. 

—Lo siento, señora. 

—Ve a cambiar la ropa de cama de las habitación. 

Lyra se dio la vuelta, fue por varias sábanas y subió a las habitaciones a ordenar y cambiar la ropa de cama, estaba saliendo con las sábanas sucias en sus manos cuando se encontró con Kael en el pasillo, la impresión por encontrarla fue tanta que tuvo que detenerse, vio sus ojos miel, esa pequeña figura delante de él, seguía sin entender como es que la Diosa Luna había sido tan cruel con él de darle una pareja como ella, tan débil y delicada. 

—¡¿Qué haces aquí?! —expresó inmediatamente, se acercó al sentir su aroma en las sábanas y las levantó, eran las que estaban en su cama —. ¿Acaso te robas mis cosas? 

—No señor —titubeo Lyra —. Solo es ropa sucia. 

Kael la observó, ella no le sostuvo la mirada, solo se inclinó, se veía tan pequeña y débil, él tenía esa sensación de querer protegerla, eso lo enfureció aún más, seguramente ella lo sabía y se estaba aprovechando de eso, quería enamorarlo con su encantó, con su sumisión, era una tramposa, él no iba a caer. 

Tomó la cesta y la tiró al suelo, Lyra retrocedió con el corazón acelerado, aunque no fue suficientemente rápida cuando Kael la sostuvo de su blusa y la atrajó hacía él, no vio venir el golpe y solo sintió el dolor en la  mejilla, Kael la soltó y ella cayó al suelo. 

—Desde ahora tienes prohibido venir aquí —le gruñó —. No te quiero cerca de mis cosas. 

—Hijo, mi bello cachorro, ¿sucede algo con esta omega? —su madre que venía detrás se acercó de inmediato al verlo furioso que estaba,dejando a la chica de cabello rubio que venía a su lado atrás. 

—Nada, mamá. 

Se limitó a decir, antes de seguir su camino hacía su habitación, la Luna Camilla miró a Lyra, era la loba huérfana que Romulus tenía a su cuidado, la recordaba perfectamente, todos sabían sobre ella, la que no tenía lobo, la que encontraron llena de sangre, la muda, seguramente le había hecho algo a su hijo para que se pusiera de esa forma. 

—No te vuelvas a acercar a mi cachorro —le advirtió. 

Lyra solo lo aceptó con un movimiento de cabeza y recogió la ropa, al llegar a la lavandería no lo sabía, pero la Luna ya se había comunicado con la ama de llaves que la estaba esperando abajo. 

—Subes un instante y ya te metiste en problemas —le gruñó molesta —. Ya no sé que hacer contigo, lo mejor es que te largues de aquí. 

Lyra se quedó quieta un instante, apretando las sábanas sucias contra su pecho. No dijo nada. No podía defenderse, aunque quisiera. Sus palabras nunca tenían el peso suficiente.

—¿Qué esperas? ¡Lárgate! —la ama de llaves volvió a gritar, está vez los demás escucharon, se dieron cuenta que algo pasaba. 

Lyra no podía ni siquiera debatir, ella había aceptado el trabajo para estar cerca de Kael, para admirarlo y poder tener cierta conexión con él, pero ahora que la había rechazado, no tenía nada más que hacer ahí. 

Dejó las sábanas y empezó a caminar a la salida, tomó el caminó largo de regreso a casa, incluso se detuvo a recolectar unas plantas que seguramente le gustarían a su padre. Iba despacio buscando las palabras que usaría para explicarle a Romulus su despido en la casa de la manada, ahora tendría que volver a cobrar sus consultas hasta que Lyra consiguiera algo más, ella ya era mayor de edad y no quería ser una carga para él. 

Apenas cruzó la puerta sintió el olor a hierbas. 

—Y yo que tenía la casa tan tranquila —Romulus bromeo y se dio la vuelta, se detuvo cuando la vio, sus ojos fueron a la mancha rojiza que tenía en la mejilla, no hizo ningún gesto, pero si fue a tomar un frasco y lo extendió —. Crema de árnica y deberías aplicar algo de hielo. 

Ella se acercó a tomar la crema, no sabía cómo empezar así que solo lo soltó… 

—Me han despedido de la mansión —confesó —. Lo lamento. 

Él negó con una sonrisa. 

—¿Por qué? —dudó —. Ahora te voy a tener más tiempo en la casa —se dio la vuelta y continuó quitandole las hojas a una pequeña rama —. Justo necesito que trabajes en el jardín. 

—Prefiero volver con los niños antes de cuidar tus plantas, viejo —refunfuñó ella. 

—Puedes hacer ambas —comentó —. A los niños les vendría bien  unas clases básicas para aprender los tipos de hierbas, nunca se sabe que te pueda salvar en una batalla. 

—Eres un pesado, solo buscas como esclavizarme —negó ella tomando la crema y caminando a su habitación. 

—Lyra, ¿te encuentras bien? —le murmuró, ella lo escuchó perfectamente, así que volvió y decidió contarle a Romulus la realidad, entre ellos no habían secretos. 

Al día siguiente, Romulus envió a Lyra con la señora Heller a apoyarla con sus hijos, mientras ella estaba preparando unas galletas para la escuela, pronto aparecieron otros niños y se volvió casi una pequeña fiesta infantil, aunque no habían globos, ni pastel, pero los juegos de Lyra eran lo mejor. 

—¡Soy la reina loba del bosque encantado! —gritó Lyra, con la espada en alto mientras fingía una pose heroica.

—¡Tienes que luchar contra el dragón! —le dijo Anjar, la mayor de los niños, mientras señalaba a su hermano menor, que tenía una cubeta en la cabeza y una sábana amarrada como capa que se habían robado de su habitación.

—¡Rawr! —rugió el pequeño dragón, tambaleándose.

Lyra rió, esquivó al improvisado monstruo y giró sobre sí misma con tanta energía que su pie se enredó con una manguera. No alcanzó a ver lo que pasaba hasta que ya era demasiado tarde.

—¡Aaaahhh! —chilló mientras caía de espaldas directamente en un charco de lodo que los niños habían hecho antes.

Los niños no tuvieron piedad cuando soltaron una carcajada. Lyra estaba cubierta de lodo, desde la cabeza hasta los pies, definitivamente eso no tenía que pasarle. 

Pronto empezó a seguir a los otros pequeños y ellos huian para no ser manchados por el lodo, los cachorros traían buena agilidad, seguramente serían buenos lobos cuando cumplieran la mayoría de edad. 

Los vecinos se alegraban que Lyra hubiera vuelto al vecindario, ella siempre ayudaba a los demás y era un gran apoyo especialmente con los cachorros. 

Casi al anochecer volvió a la casa y aunque le seguía afectando el rechazo de Kael, los cachorros y las hierbas ayudaban mucho a su recuperación.

Se sacudió un poco antes de entrar a la casa, Romulus la esperaba con la cena preparada. 

—La próxima que vengas llena de lodo, te bañas afuera con la manguera. 

—Será aún peor —debatió Lyra —. Tendrás que limpiar el agua del piso, en lugar de solo tierra —sonrió. 

—No sé como te metes en tantos problemas —negó Romulus. 

Terminaron de comer, Lyra le habló sobre las aventuras con los niños y la comida de la señora Heller, intentó decirle que debería visitarla más, pero Romulus no le prestó atención, ya había vivido tantos años sin pareja que al final se acostumbro a estar solo, muchos en la manada elegían pareja y otros esperaban a su pareja destinada, pero nunca se quedaban solos, siempre estaban en pareja, excepto Romulus que había cerrado su corazón, aunque nadie sabía el motivo. 

—¿Te sientes mejor? —le preguntó él —. ¿Aún te duele? 

—Empiezo a sentirme mejor como dijiste —murmuró —. Pero cuando estoy sola en mi habitación me duele. 

 —¿Por la noche? 

—Sí. 

—Debe ser tu lobo, seguramente quiere salir. 

Romulus le insistía que ella tenía una loba oculta en su interior. Lyra al principio tuvo esperanza, tal vez era posible que ella no fuera rara y débil, que la loba estuviera en silencio en su interior como ella también había pasado en silencio durante un año, pero ya había cumplido la mayoría de edad y no se había manifestado, así que con el tiempo perdió las esperanzas y ahora pensaba que Romulus solo era un viejo loco. 

—Estás loco —bufó —. Ya te he dicho que no hay nadie, no la puedo ni sentir. 

 —Tú la escondiste, estoy seguro que está ahí dentro, esperando a que pierdas el miedo. 

—No tengo miedo —se levantó —. No te hagas ilusiones, algunos de nosotros nacemos sin un lobo y no lo necesitamos, así que no importa. 

—Te aseguro que un día lo escucharás. Y cuando despierte, ni Kael, ni nadie de está manada podrá ignorarte.

Lyra no quería seguir con la conversación y lo logró cuando en ese momento la puerta se escuchó. Romulus fue a abrir y encontró a un hombre lobo moreno y musculoso, no pertenecía a la manada o al menos él no lo reconocía. 

—Vengo a hablar por la Omega sin lobo —mencionó de inmediato —. Le asignaré un nuevo lugar de servicio. 

Romulus lo miró con desconfianza, no lo conocía y no sabía ni cómo había dado con su casa y se refería así de su hija. 

—Ella no es una sirvienta. Es mi hija. ¿Acaso el Alfa ha olvidado quién soy y qué he hecho por la familia Real? —cuestionó. 

En pocas ocasiones Romulus utilizaba su influencia, aunque normalmente parecía un viejo loco y sus plantas, cuando el padre de Kael vivía y gobernaba, Romulus fue un lobo excepcional y cuando resultó herido terminó siendo el mejor curandero, incluso le salvó la vida dos veces al Alfa, así que en la mansión se le recordaba con apreció y nadie podía meterse con él, al menos hasta ahora. 

—Eso no importa —contestó el guardia —. Es lo que me han ordenado hacer y vengo siguiendo las reglas. 

—Reglas que yo sé desde antes que tú nacieras —refunfuñó Romulus. 

Lyra se dio cuenta que se estaba volviendo una discusión, no quería meter a Romulus en problemas, él ya había hecho mucho por ella y tal vez volver a la mansión no sería tan malo, podrían volver a tener dinero. 

—¿A dónde quieren que vaya? —interrumpió la discusión. 

—Estarás en los sótanos, en el área de lavandería —respondió —. Tendrás que ayudar con el lavado y tienes que presentarte mañana mismo.

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