La mañana en la clínica había transcurrido sin complicaciones. Un par de niños con raspones en las rodillas, una anciana que necesitaba sus medicinas para la tos molesta que tenía desde hace una semana, y uno que otro guerrero que usaba cualquier excusa ir a descansar un momento. Pero para Lyra, el verdadero desafío era mantenerse enfocada.
Desde que Ragnar la marcó, sentía que todo en su cuerpo vibraba distinto. Aún no entendía del todo lo que había pasado con Ragnar, pero la sensación de pertenecer, de estar unida a él de una forma más profunda, le llenaba el pecho con algo parecido al miedo… y a la vez, a la paz.
Estaba limpiando unos frascos para colocar hierbas cuando la puerta se abrió con el tintineo de la campanilla.
—¿Lyra? —preguntó una voz suave y femenina.
Ella alzó la vista. Reconoció a la chica enseguida y le sonrió.
—Hola, eres tú —le habló.
La joven se acercó con una sonrisa, traía ropa de entrenamiento aunque estaba limpia y su peinado también estaba intacto, así qu