Noto su respiración agitada en mi rostro, frunce el ceño y estampa los labios contra mi boca. Noto que me roba literalmente el aliento mientras me retuerzo debajo de él para intentar liberarme. ¿Qué está haciendo? En realidad sé muy bien lo que está haciendo. Va a echarme un polvo recordatorio. Estoy jodida.
Aprieta los labios contra los míos con más fuerza, pero no acepto su beso. Sigo diciéndome a mí misma que esto es malo, que no me hace ningún bien. Si transijo, acabará doliéndome aún más, lo sé. Procuro liberarme, sin mucho entusiasmo, pero él gruñe y me sujeta las manos con más fuerza. No iré a ninguna parte. Su determinación por vencerme anula mis desesperados intentos de pararlo.
Me acaricia el labio inferior con la lengua y yo sigo negándole el acceso a mi boca. Tiemblo al tratar de luchar contra las reacciones de mi cuerpo a sus estímulos. Sé que si consigue entrar habré perdido, así que mantengo los labios obstinadamente cerrados mientras ruego al