¿Esa boca? ¿Después de todo eso me dice que vigile mi lenguaje? Pero ¿Qué le pasa?
—¡Vete a la mierda, Nick! —espeto.
Su rostro se gira de inmediato hacia mí.
—¡Esa boca!
Lo miro estupefacta y él frunce el ceño. La arruga de su frente se acentúa. No puedo con esto. He tenido cuatro días para reducir mis encuentros con este hombre a una experiencia más y cuatro polvos de despecho.
Estaba empezando a olvidarlo, más o menos. ¿Por qué ha venido a recordármelo todo? Sabía que tendría que haberme mantenido alejada. Ojalá pudiera darme una patada a mí misma. Pero incluso si no tuviera cabeza para seguir escribiendo el dichoso libro erótico, no me hubiera importado si lo olvidaba a él.
Me pongo en pie y lo dejo agachado, pero entonces se agarra a mis piernas desnudas. Mi miedo a su tacto evocador está completamente justificado. Me pongo en guardia de inmediato.
El calor que emana de las palmas de sus manos se extiende como un fuego salvaje por todo mi torrente sanguíneo, y no