—Tengo una cita a mediodía con la señora Quinn.
—Bien. Tienes que estar de vuelta a las dos. Hay una reunión. —Su tono es severo, y ni siquiera me mira, sino que mantiene la atención fija en la pantalla de su ordenador.
—De acuerdo.
Cierro la puerta con cuidado y me marcho de la oficina consternada y preocupada. ¿Una reunión? Seguro que es una reunión para discutir mi reciente falta de formalidad pero, curiosamente, no me angustia la idea.
En la puerta me topo con un mensajero.
—Tengo una entrega para Addison Carter. —Su voz está amortiguada tras el casco de la moto que no se ha quitado.
—Soy yo —murmuro con aprensión. Al oír mi nombre de soltera se me han puesto los pelos de punta.
—Firme aquí, por favor. —Me planta el portapapeles debajo de mis narices, lo firmo y acepto el sobre que me da una vez que he acabado.
No quiero aceptar esta entrega, pero cuando Mark aparece, me esfuerzo por aparentar normalidad, cuando en realidad debería mostrarme exasperada ante la presencia del grandu