—Pues sí —responde casi con un chillido sin molestarse en eludir mi pregunta—. ¡Samanta!
—Vale, pues te dejo. Tengo cosas que contarte, pero pueden esperar.
—¡No, Addison!
—¿Qué?
—¡Espera! —me exige. Oigo más movimiento, y unas cuantas palmadas y después una puerta que se cierra—. Sólo quería saber cómo acabó lo de Dan. —Está susurrando, por razones obvias.
Eso me borra la sonrisa de la cara. No hace falta que le cuente a Lucas los detalles más escabrosos. Además, en estos instantes me avergüenzo tanto de mi primo como él de sí mismo.
—Bien. Está todo bien. Ha vuelto a Australia, y Nick lo convenció para que mantuviera la boca cerrada.
—Me siento responsable.
—Lucas, él ya se lo había imaginado antes de que hicieras la aparición del siglo. —Ahora ya puedo bromear al respecto—. ¿Han hablado? —pregunto tímidamente mientras golpeteo la mesa con el boli frenéticamente y me pregunto si no sería mejor hacerlo directamente con la cabeza.
—Sí, hemos hablado. Sabía lo de Nina. —Hace una pausa