—¿Dónde está Paolo, Laura? —pregunto al no obtener respuesta por parte de Victoria.
—Llegará a mediodía —responde—. No ha venido mucho últimamente.
—¿No?
Sacude la cabeza pero no me dice nada más y gira a ocuparse de la pila de facturas que tiene en su archivo.
—Addison —empieza Erick, colocándose bien sus gafas a la moda—. Tienes que llamar a Ruth. No ha parado de llamar preguntando por ti.
Mi risa se apaga rápidamente. Me había olvidado de mi admiradora.
—¿Qué dijo? —pregunto como si tal cosa mientras busco mi móvil en el bolso. Entonces me doy cuenta de que todavía no lo he encendido. Lleva desconectado desde el jueves por la mañana, cuando Nick me lo quitó.
—No mucho. —Se coloca su corbata aguamarina—. Todos los proyectos van bien. Acudí a tu cita con ella el jueves, pero no le hizo mucha gracia verme a mí.
Me hundo en la silla con un mohín cuando veo que mi teléfono cobra vida en mi mano y empieza a alertarme de decenas de llamadas perdidas, mensajes de texto y correos electrónic