—No, te quiero más tiempo a mi lado que desear que ella desaparezca.
—¿En serio? —Parece sorprendido.
—Por supuesto que sí, pero tienes que prometerme una cosa.
—Lo que quieras, ya lo sabes. —Me besa en la frente.
Eso no es del todo cierto, porque él no me pediría eso a mí. Estoy intentando pasar por alto las circunstancias atenuantes, aunque es difícil ignorar a una mujer que ha intentado suicidarse porque mi marido no la quiere.
—Cuando lleguen los pequeños, no te pasarás el día entero en El Hotel. Estarás conmigo siempre que puedas. No sé si puedo hacer esto. —El temor a quedarme sola con los mellizos empieza a asustarme. No me importa admitirlo. La idea de un bebé ya me asustaba bastante, pero ¿dos? Estoy aterrada, y tiene que saberlo.
Sus labios se curvan hacia arriba. ¿Encuentra gracioso mi miedo?
—Addison, tendría que estar muerto para que no fuera así. Puedes hacerlo porque me tienes a mí. —Me abraza y tira de mi cuerpo hasta levantarme de la encimera, de forma que no me queda