Capítulo 43

Se apoya sobre los codos y me mira. Toma un mechón suelto de mi pelo y analiza el brillante rizo caoba mientras juguetea con él entre sus dedos índice y pulgar.

—Has hecho que me quede dormido —dice con voz ronca.

—Ya.

—Eres demasiado bonita —susurra, y vuelve a mirarme.

Tiene los ojos cansados. Estiro la mano para pasarle el pulgar por la frente y hundo los dedos en su pelo.

—Tú también —digo con ternura. La verdad es que es muy hermoso.

Él sonríe levemente, agacha la cabeza y me acaricia los pechos con la nariz.

—Ya te lo he recordado.

¡Ja! Lo sabía. Era un polvo recordatorio después de que el polvo para que entrase en razón fracasara. Bueno, no ha fracasado, aunque yo diría que más que para hacerme entrar en razón ha sido para hacerme perderla.

Se separa lentamente de mi cuerpo y vuelve a incorporarse. La sensación de frío que me invade al instante hace que desee tirar de él para que se tumbe de nuevo. Sí, me lo ha recordado muy bien.

Me ofrece las dos manos. Se la
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