Tira de mí, me coloca sobre su regazo y yo hundo la cara en su cuello sollozando como una tonta. Sé que me estoy comportando de manera totalmente irracional. Él jamás me dejaría. ¿Qué coño me pasa?
—Addison, mírame.
Me sorbo los mocos y levanto a regañadientes la cabeza para dejar que vea mi cara cubierta de lágrimas.
—Voy a ponerme gordísima. ¡Enorme! ¡Son mellizos, Nick!
Mi engreimiento del hospital ha desaparecido. Toda mi idea de torturarlo con bebés gritones y mis cambios de humor acaba de esfumarse. Mi cuerpo va a estirarse por todas partes. Tengo veintiséis años. No quiero tener pellejos colgando ni estrías. Jamás volveré a lucir lencería de encaje.
—Ya no… —No quiero ni pensarlo, y me cuesta un mundo decirlo.
—¿Te desearé? —dice terminando la frase por mí. Sabe cómo me siento.
Asiento ligeramente y me siento culpable por ser tan egoísta, pero cuando pienso en cómo me mira cada vez que me tiene en sus brazos, o cada vez que me mira, simplemente… no sé qué haría si jamás volvier