Las puertas se abren. Me insta a salir con un gesto de la cabeza mientras continúa la conversación con el grandullón y le pide que le diga a Steve que se encargue él antes de decirle que va a llevarme a casa de mis tíos. Todavía no me lo creo. ¿Y que se encargue Steve de qué?
—¡Hola, Addison! —El alegre tono de Casey logra cambiar rápidamente mi ceño fruncido por una abierta sonrisa.
—¡Señora White! —brama Nick, que todavía habla con Mark mientras pasamos junto al mostrador del conserje.
No le hago caso.
—¡Buenos días, Casey! ¿Qué tal?
—Muy bien, gracias. Hoy hace un día estupendo. —Señala hacia el exterior con la cabeza y al girarme veo que luce un sol espléndido—. Que tenga usted un buen día, Addison.
—Gracias.
Salgo al bochornoso exterior toda distraída y al instante me doy cuenta de que mi regalo de boda ha regresado por arte de magia del Gramut, aunque pronto me olvido de mi flamante Range Rover blanco al ver un Aston Martin.
—Sí, gracias, grandullón. —Nick cuelga, se dirige al m