Me toma en brazos y hunde las manos en mi cabello. Separo los labios y los pego a los suyos mientras nos metemos en la bañera, aferrada a él mientras se agacha.
—¿Está buena el agua? —murmura mientras me acomodo sobre sus muslos.
—Sí.
Pego mi cuerpo al suyo hasta que mis senos quedan aplastados contra la inmensa dureza de su pecho. Apoyo los codos sobre sus hombros, acaricio su cabeza y lo beso suavemente sin descanso.
—Siempre te parece que está bien —susurra.
—Todo me parece perfecto si te tengo.
—Me tienes. —Me hunde los dedos en el pelo, me agarra y se aparta. Le soplo el aliento en la cara—. Lo sabes, ¿verdad?
—Te has casado conmigo, claro que lo sé.
Sacude la cabeza, me toma la mano, me saca el anillo de boda y lo sostiene en alto.
—¿Crees que esto simboliza mi amor por ti?
—Sí —admito.
Sonríe un poco, como si yo no entendiera nada. Y es verdad.
—Entonces deberíamos quitar estos diamantes e incrustar mi corazón —añade, mientras vuelve a colocármelo en el dedo lentamente.
Me desh