Capítulo 381

Me suelta y gira la silla para verme la cara. Se pone en cuclillas delante de mí y me toma las manos.

—Deja que te lleve a casa —pide. Su rostro suplicante me dice que sabe que me voy a negar.

—Paso.

—A veces eres imposible. —Me acaricia la mejilla—. El embarazo te está volviendo aún más desobediente.

Me obligo a sonreír.

—Me gusta ponerte en tu sitio.

—Lo que te gusta es volverme loco.

—Sí, eso también.

Suspira y me besa en la boca.

—Come algo, por favor. —Es un ruego, no una orden—. Te encontrarás mejor.

—Vale.

Estoy dispuesta a probar porque, aunque la sola idea de comer me da arcadas, no puedo encontrarme peor.

Mi obediencia lo sorprende.

—Buena chica.

Hace girar de nuevo la silla y me coloca frente a mi mesa. Me da la bolsa de papel marrón y, cuando la abro, el olor a beicon me provoca una arcada.

—No sé si podré.

Cierro la bolsa de golpe pero me la quita de las manos, saca el bagel y lo deja encima de una servilleta. Le doy un pellizco con cuidado y me lo llevo a la boca. Siento
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