Me observa con intensidad.
—Mientes como el culo.
Sí, eso lo sé. Lucas y Nina me lo dicen continuamente. Me toqueteo el pelo cuando miento. Es un acto reflejo, no puedo evitarlo. A ver qué más quiere aclarar, porque me muero por seguir donde lo hemos dejado.
Se inclina y me besa, me acaricia suavemente la lengua con la suya.
—Ahora eres mía, Addison. —Mueve las caderas y hace que me yerga y me tense para aliviar el implacable ardor que siento entre las piernas. Estamos cara a cara—. Serás mía para siempre —me informa con un golpe de caderas.
Le rodeo los hombros con los brazos y le beso los labios húmedos y exuberantes. Es mi manera de decirle que acepto. Estoy desesperada por volver a tenerlo. Estoy metida en un buen lío.
—Voy a poseer cada centímetro de tu cuerpo. —Subraya todas y cada una de sus palabras—. No habrá ni un solo milímetro de tu ser que no me haya tenido dentro o encima.
Lo dice con un tono sexual y tremendamente serio, lo que no hace sino aumentar un poco