—Madre mía —dice Clive con tono de desaprobación cuando me despierto. Mi cabeza se mueve arriba y abajo, al ritmo de las zancadas de Nick—. ¿Llamo el ascensor, señor White?
—No, ya puedo yo. —La voz de Nick resuena en mi interior—. Este vestido es un cinturón —gruñe llamando el ascensor. Entra en cuanto las puertas se abren.
Me despierto del todo en sus brazos y me revuelvo para que me suelte.
—Puedo andar —le espeto.
Da un respingo burlón y me deja en el suelo, pero sólo porque no hay escapatoria ni coches que puedan atropellarme. Se abren las puertas del ascensor y soy la primera en salir, buscando las llaves en el bolso. Las encuentro bastante rápido, teniendo en cuenta que las manos no me responden, pero introducir la llave correcta es otro cantar. Cierro los ojos e intento concentrarme mientras aproximo la llave a la cerradura. Lo oigo gruñir a pocos pasos de mí, pero lo ignoro y sigo insistiendo. Se ve que se harta de esperar porque de repente me toma la muñeca y guía mi mano. A