—¿Vas a decirme por qué has venido al médico y por qué me has mentido al respecto? —Deja la mano en mi rodilla desnuda y dibuja círculos mientras me observa atentamente.
Tiro la revista sobre la mesa. No hay forma de escapar de este hombre.
—Tengo revisión —farfullo en dirección a mi rodilla, intentando no mirarlo a la cara.
—¿Una revisión? —Su tono ha cambiado por completo. Ya no es dulce ni reconfortante, sino que tiene un punto de ira.
Su mano me aprieta la rodilla. No puede decidir esto.
—Sí.
—¿No crees que deberíamos entrar juntos? —pregunta.
¿Juntos? De la sorpresa giro la cabeza para que mis ojos furiosos encuentren los suyos, que me reciben oscuros y llenos de curiosidad. Examino su cara y él hace lo propio con la mía. Su mano afloja la presión que ejerce sobre mi rodilla. Aparto la pierna.
—¿Como la decisión que tomaste de intentar dejarme embarazada? ¿Hicimos eso juntos?
—No —responde en voz baja, apartando la cara.
Me quedo mirando su perfil perfecto. No quiero