Capítulo 350

Angel empieza a sonar cuando llego a la estación, pero no saco el móvil del bolso. No necesito pensar en él allá adonde voy. No necesito pensar en él pero es difícil cuando su canción favorita, la que me recuerda a él, suena a todo volumen desde las profundidades de mi bolso. Para unos nanosegundos y vuelve a empezar. Paso. Voy a centrarme en la estación.

Doy un salto del susto cuando un muro alto, musculoso y de ojos oscuros se interpone en mi camino. Me llevo la mano al pecho, al corazón. Se me ha cortado la respiración. Luego me enfado.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto, seca.

—No contestas al teléfono. —Señala mi bolso—. No sabía si lo oías.

Lo observo y me encuentro una mirada acusadora. Sabe perfectamente que sí lo oía.

—Me estabas siguiendo —le espeto; yo también sé ser acusadora.

—¿Adónde vas?

Se acerca y retrocedo. No puedo permitir que me toque. Mierda, ¿adónde iba?

—A ver a una persona —respondo.

—Yo te llevo.

—Te he dicho que necesito espacio, Nick.

So
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