Oscilo sobre mis tacones cuando su mirada abandona la mía y se arrastra por mi cuerpo. El pecho le sube y le baja con fuerza durante el recorrido. Siento un hormigueo por todas partes, la reacción de mi cuerpo a su perfección, y al mismo tiempo quiero que me haga suya aquí y ahora.
—Acabas de pasar por encima de mi tía. —Intento ocultar el deseo en la voz pero, como siempre, fracaso estrepitosamente. Es imposible resistirse a ese hombre, especialmente cuando me mira así, cuando los ojos le brillan de ese modo.
Doy el primer paso. Cruzo lentamente la suite y me detengo a pocos centímetros de su cuerpo bañado en sudor. Miro sus labios carnosos. Se le acelera la respiración y su pecho se expande tanto que casi roza el mío.
—Se estaba interponiendo en mi camino —dice con calma, su aliento sobre mí.
—Trae mala suerte ver a la novia antes de la boda.
—Impídemelo. —Inclina la cabeza y sus labios apenas rozan los míos pero no me toca—. Te he echado de menos.
—Sólo han pasado doce