Subimos al piso de arriba manteniendo la conexión hasta que llegamos a la cama, donde me coloca suavemente sobre las sábanas. Sacude la cabeza resoplando de disgusto y se quita el condón, le hace un nudo y lo tira a la papelera.
—Ponte boca abajo para que te eche más crema.
Me insta a volverme y me apoya las manos sobre las nalgas. Ahora sí que no me apetece nada salir. Quiero quedarme aquí toda la noche con Nick montado en mi espalda frotándome todo el cuerpo con sus maravillosas manos.
—Tengo que ducharme primero.
—Volveré a hacerlo después.
Sonrío.
—Tú también necesitas crema.
—Yo estoy bien. Lo importante eres tú. —Se coloca sobre mi trasero y vierte un poco de crema en mi espalda.
Está fría y me hace saltar.
—¿Por qué no me has avisado? —refunfuño.
—Lo siento, puede que esté algo fría —ríe.
Giro el cuello y me deslumbra con esa sonrisa reservada exclusivamente para mí. Vuelvo a apoyar la cabeza sobre los antebrazos.
—Eres muy atractivo —susurro ensoñadoramen