—¿Ah, no? —Está perpleja—. Mi chico ha dicho que sí.
—Es una conversación que tenemos pendiente —le explico—. No le gusta que le digan que no. Al menos, que yo le diga que no.
La frente brillante de la mujer se llena de arrugas.
—¿Qué me dices? ¡Pero si mi chico es un amor!
Me atraganto.
—Sí, eso me han dicho. —Si alguien más me dice que es un amor, un hombre que se toma las cosas con calma y tal, voy a vomitar.
—Es muy agradable tener a una mujer en casa —dice tomando un limpiador de debajo del fregadero—. Mi chico necesita una chica —añade para sí.
Sonrío al ver el afecto con el que Cathy habla de Nick. Me pregunto cuánto hace que trabaja para él. Nick dijo que era la única mujer sin la que no podía vivir, aunque sospecho que las cosas han cambiado.
Rocía el mármol con limpiador antibacterias y le pasa el trapo.
—Si lo prefieres, esperaré a Nick.
—Sí, gracias —digo—. Tengo que hacer unas llamadas. —Mi móvil se está cargando, pero no veo mi bolso—. Cathy, ¿has vist