—Qué rápida —dice ayudándome con las bolsas.
—Jackson lo tenía todo empaquetado.
Sonríe.
—Muy civilizado por su parte.
Vuelvo al apartamento por más cosas. Sería más rápido si Lucas subiera a ayudarme, pero de momento la cosa va bien y está siendo indolora. Si añado a Lucas a la ecuación, seguro que se desata la anarquía, así que voy y vengo y acarreo mis posesiones terrenales yo sola. Jackson ni siquiera se ofrece a echarme una mano.
Le paso a Lucas la novena y décima bolsa.
—¿Cuántas quedan? —pregunta metiéndolas en el auto.
—Sólo una caja más —digo dando media vuelta. Más le vale haberlo empaquetado todo, porque no quiero tener que volver.
Subo la escalera y tomo la última caja, lista para salir pitando, pero Jackson vuelve a cortarme el paso.
—Addison, ¿podemos hablar? —pregunta, esperanzado.
«Ay, no.»
—¿De qué? —digo, aunque sé perfectamente de qué. Tengo que salir de aquí. No puedo volver a pasar por esta mierda. La última vez que rechacé su oferta de vol