—Sí. Gracias por preguntar, Addison —responde, y trota hacia la cocina.
Sonrío para mis adentros. Es posible que nuestra Laura, sosa y aburrida, haya estado de juerga con Alex este fin de semana. Dejo el móvil en la mesa y empiezo a trabajar y a revisar mis archivos para preparar mi reunión del miércoles con el señor D’monte. La verdad es que no sé qué querrá ahora, que el libro ya ha salido a la venta. Tal vez quiera felicitarme por las ventas.
Sobre las diez y media, Ericko mis cosas y me dispongo a hacer algunas visitas.
—Laura, dile a Paolo que me he ido a comer. Volveré hacia las cuatro y media.
—Muy bien —responde con entusiasmo mientras archiva papeles.
De camino a la puerta paso junto a Erick y Victoria.
—¿Qué tal el fin de semana, corazón? —me pregunta Erick.
—Genial —digo recogiendo el beso que me lanza—. Tengo que darme prisa. Volveré a las cuatro y media.
—Disculpa. —Victoria me empuja para pasar.
—¿Qué mosca le ha picado? —le pregunto a Erick.
Él pone los ojos