La pregunta me sorprende pero me alegro de que sea de la misma opinión que yo.
—Eso creo yo también. Me quiere por la mañana, por la noche y un poco entremedias. Ya es bastante terrible, con todas sus exigencias, su manía de controlarlo y preocuparse por todo. Podría perder mi identidad.
—Pues claro. ¿Se lo has dicho a él? —Echa la harina en el cuenco y comienza a batir la mezcla otra vez.
La voz cantarina de Derek procede de la puerta de la entrada, y los dos alzamos la vista a la vez. Se ha vuelto muy cercano de Lucas.
—Hola —digo levantando la mano para saludarlo.
—Derek, que bueno verte —le dice Lucas con una pequeña sonrisa—. Llegaste justo a tiempo para el desayuno.
—Qué bueno que no desayuné, entonces.
Él también ríe. Derek se gira hacia mí con la sonrisa más grande que he visto nunca en su rostro picarón.
—Mejor me voy —suelto a toda velocidad con una vocecita aguda y chillona. No sé qué se traen entre manos estos hombres, pero prefiero no saberlo.
—¡Hasta luego! —L