Capítulo 144

Sus ojos vacilan buscando los míos.

—No lo dices en serio. Sé que no lo dices en serio.

—Lo digo en serio.

Su pecho se hincha con cada inhalación profunda, está despeinado y la arruga de su frente es un cráter. La ansiedad que refleja su rostro es como una lanza de hielo que se me clava en el corazón.

—Nunca he querido hacerte daño —susurra.

—Pues me lo has hecho. Me has puesto la vida patas arriba y me has pisoteado el corazón. He intentado huir. Sabía que ocultabas algo. ¿Por qué no me has dejado marchar?

Me flaquea la voz cuando los cristales que tengo en la garganta empiezan a ganar la batalla y las lágrimas asoman a mis ojos. Mierda, debería haber hecho caso a mi instinto.

Empieza a morderse el labio inferior.

—Nunca quisiste huir de verdad. —Su voz es apenas audible.

—¡Claro que sí! —le espeto—. Me resistí. Sabía que me estaba metiendo en la boca del lobo, pero tú no cejaste en tu empeño. ¿Qué te pasó? ¿Te quedaste sin mujeres casadas a las que follarte?

Niega
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