Capítulo 113

Pete entra con una bandeja y sigue la dirección que señala el bolígrafo de Nick, hacia mí.

—Gracias, Pete. —Sonrío cuando me coloca la bandeja delante y me da unos cubiertos envueltos en una servilleta de tela blanca.

—El placer es mío. ¿Me permite abrirle el vino?

—No —sacudo la cabeza—, yo me encargo.

Asiente y se marcha en silencio.

Levanto la tapa del plato y un aroma delicioso invade mis fosas nasales. Me ha hecho recuperar el apetito. Desenvuelvo el cuchillo y el tenedor y lo clavo en la ensalada, la más colorida que haya visto jamás: pimientos de todos los colores, cebolla roja y una docena de variedades de lechuga, todo bañado en aceite aromatizado. Podría comer sólo con esto. Es una maravilla.

Cruzo las piernas y me pongo la bandeja encima. Corto el filete y gimo de satisfacción cuando me meto el tenedor en la boca. La comida del Hotel está muy bien.

—¿Está bueno?

Nick apoya la barbilla en mi hombro.

—Buenísimo —mascullo con el filete en la boca—. ¿Quieres prob
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