“Mierda. ¿Qué hice al volver con él despues de lo que pasó con aquella mujer y de haber renunciado a trabajar con él para ahora trabajar en una firma de abogado? ¿Qué va decir mi jefe ahora?”
Treinta minutos. Parecían treinta segundos.
Mi amiga me miró con una mezcla de lástima, furia y frustración mientras metía ropa al azar en una maleta de lona.
—¿Estás segura de que quieres irte a vivir con ese lunático? ¡Es un Black, Sasha! Es el hermano del tipo que intentó matarte. ¿o ya olvidaste lo que te hizo y de porque estas aquí conmigo?
—Es el único que puede mantenerlo a raya —mascullé, doblando una camiseta con una furia innecesaria. El pánico se había transformado en una adrenalina fría y afilada. Tenía que controlar la situación, o el miedo me devoraría y hasta ahora, aunque dijera que no… sé que tiene razón, si soy su esposa Leo no se va meter conmigo. —No es una elección, es un plan de supervivencia. Además, me prometió que no tiene otra prometida. Eso ya es menos drama del que esp