La voz del Sr. Black era un látigo venenoso que antes no parecía tener.
―Si cruzas esa puerta por esa mujer, te arrepentirás, Enzo. Esa es una mujer solo está alejándote de tu propio hermano, de nosotros que somos tu familia. Sí. Él ya me dijo que ya se acostó con esa… mujer, pero como no consiguió engatusarlo ahora lo hará contigo.
El silencio que siguió a la acusación me pareció más ruidoso que el estallido del espejo de hace un rato. Fui un fraude. Una prostituta ambiciosa para su padre. Una mujer que intentó seducir a su hermano y, al fallar, saltó al siguiente Black. Sentí la vergüenza, no solo por mí, sino por Enzo.
Nunca… jamás pensé que Leo fuera esa clase de hombre, nunca se me cruzó por la mente que fuera a decir esa clase de patrañas por venganza, una venganza estúpida a decir verdad.
Él me sostenía. Yo estaba enredada en su cintura, aferrándome a su traje destrozado. Sentí su cuerpo temblar; no de miedo, sino de una furia tan contenida que era palpable. Su respiración es a