La última vez que supe de Arya fue hace seis días, cuando la dejé en el aeropuerto, rumbo a quién sabe dónde.
Sé que me dijo que se comunicaría, pero maldita sea... ¿acaso no merecía al menos saber si llegó bien a su destino?
A decir verdad, hace días que la cordura empezó a desmoronarse en este lado del charco.
Cada hora que pasa siento que algo dentro de mí se deshace, como si la falta de Arya estuviera pudriendo mi alma, gota a gota. Intenté refugiarme en el trabajo, hundirme en él hasta perderme, pero fracasé.
Ahora, todo mi tiempo gira en torno a Gio.
Es mi ancla. Mi única excusa para no ir a buscarla y destruirlo todo aquí.
Cada noche, Gio pregunta por ellas y por su padre. Cada noche, miento. Cada noche, siento que las mentiras me están matando desde adentro.
He fallado.
No he podido protegerlo de esta ausencia.
He malcriado a Gio, lo sé. Lleva seis días durmiendo en mi habitación. Se mete en mi cama llorando, aferrándose a mí como si fuera su último refugio. Y yo... soy dema