Hace dos semanas que no tengo una conversación adecuada con Arya. Cada vez que nos vemos siempre es igual. Solo hablábamos lo más mínimo en público y para ella no existo en privado. Me cabrea que me ignore. Nunca he sido dejado atrás por nadie y que ella sea la primera en hacerlo, me cabrea mucho más.
Fue solo un maldito beso que me descolocó, pero ella también respondió. No tengo por qué sentirme culpable, pero lo hago. Está enojada porque la besé, yo también estoy enojado y no la pago con ella ni le quito el habla.
¿Quién le dijo a ella que puede darme órdenes? Y qué falta de responsabilidad afectiva tiene por mí.
―¿Problemas en el paraíso? ―pregunta, Kylian, interrumpiendo mis pensamientos―. ¿Creíste que tener una mujer era sencillo?
―Arya es problemática ―me quejo. Los cuatro se me quedan viendo con diversión.
―Tú también. No entiendo de que te quejas. ¿A poco salió peor que tú? ―miro mal a Nikolas―. ¿Qué? Todas nuestras mujeres son un problema, pero nosotros decidimos seguir con