**Mikail**
Nunca imaginé que el dolor físico pudiera ser tan miserablemente insufrible.
Sentía mi alma desgarrándose pedazo por pedazo, como si cada latido de mi corazón arrancara otro fragmento. Una agonía total.
Vi cómo Lyra, la única luz que alguna vez iluminó mi existencia, se dio la vuelta sin vacilar, sin una mirada atrás.
Sentía que perdía todo el aire, creí que me estaba muriendo.
Todo era incertidumbre, un abismo abriéndose bajo mis pies.
Mi garganta ardía, mis rodillas seguían clavadas en el suelo como si aún pudiera arrastrarla de regreso con súplicas. Un temblor sacudió mis manos cuando sentí la presencia de Sienna acercándose, con su vestido rozando el mármol.
Quise apartarla de un empujón.
Quise gritarle que se alejara.
Pero en algún rincón racional de mi mente, recordé que ella no tenía la culpa de mi miseria. No podía descargar mi rabia contra alguien inocente.
No podía convertirme en un monstruo... no aún.
A duras penas me puse de pie, con el cuerpo tambal