Pasaron semanas después de esa noche de locura en el despacho. Semanas de silencio tenso con Viktor, semanas evitando su cama, y semanas sintiendo la culpa de la traición. Darak y yo no nos vimos después de esa noche en la que pasó de todo, en la que nos dijimos de todo y donde lamí su herida como una perra. Solo intercambiamos mensajes fríos de abogados y miradas cargadas de significado en las mediaciones. Yo había vuelto a mi papel de víctima fuerte, pero la mentira de mi relación con Viktor se sentía como arena en la boca. Yo era suya, pero me había entregado a Darak. Fueron semanas horribles, pero de reflexión y aprendizaje.
Aprendí a mentirle a Viktor, a sentir cosas por Darak, e incluso a desear aun más tener a mi hijo en mis brazos. Deseaba tanto a Dalton a mi lado que pareciera que Darak pudiera olerlo.
Finalmente, llegó el día del juicio final.
La sala del tribunal era pequeña, sofocante, con olor a papel viejo y miedo. Mi corazón latía desbocado mientras observaba a Dalton s