38 | Lo logramos

La punta afilada del bolígrafo se sintió como una daga en mi piel, pero no hubo dolor. Solo la presión, el calor tibio de la sangre que brotaba y la sensación del sedante que se filtraba en mi cuerpo. El guardia, mi cómplice silencioso, se movió con una precisión fría. Su rostro era una máscara de neutralidad, pero sus ojos, por un breve segundo, me mostraron el más puro terror.

No era miedo a Darak, sino a mí, a lo que yo era capaz de hacer. El sonido de mi grito, fue la última cosa que escuché. Después, solo hubo una oscuridad; una oscuridad que se sintió como la muerte.

Cuando me desperté, el aire olía a tierra y a lluvia fresca, no a desinfectante ni a pastillas. Estaba en una cama, una cama real, con sábanas que se sentían como seda. El hombre que me había ayudado, un viejo que se había ganado mi confianza, me miró con ojos llenos de tristeza. Era un paciente que había sido un médico en otro mundo, un hombre que me había dado la esperanza que yo había perdido. Fue tan gentil conm
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