Asha soñó con una versión de sí misma que no había cometido errores, esa versión tenía los ojos limpios, los brazos sin marcas, la luna en la frente.
—¿Quién sos?
—Lo que serías si no hubieras roto nada.
—Entonces no soy yo.
—No, sos más peligrosa.
Despertó con el cuerpo mojado en algo que no era sudor, la torre ya no tenía forma, el suelo era agua sólida y las criaturas que había creado estaban… quietas, pero no muertas, esperando, desde la grieta del cielo bajaron las primeras versiones, una Asha con cuernos, una Asha ciega, una Asha con una corona de colmillos, ninguna hablaba, pero todas miraban y esa mirada pesaba.
—No podés huir de vos misma —le dijo Rheor.
—Tampoco puedo matarme si sigo multiplicándome.
—Entonces no pelees.
—¿Y qué hago?—Elegí. —Nerya encontró una flor que no había visto nunca, tenía pétalos como ojos cerrados y cada vez que tocaba uno, recordaba algo que Asha había olvidado.
—Ella se está filtrando en todo. —Y por primera vez… tuvo miedo real, Yira se paró en la cima del lago seco.
—¿Ves eso, Kieran? —Él no respondió, pero su sombra lo hizo:
—Ella ya no gobierna. —Está perdiéndose por desbordarse.
—¿Y sabés qué pasa cuando el recipiente se raja?
—Lo que está dentro se pudre. —Una de las Ashas descendidas del cielo habló, pero no con voz, con espejo, cada palabra se formaba como reflejo invertido en el agua sólida.
—Tu reflejo no miente —decía—. Pero tampoco te salva.
—No querés recordar que alguna vez pudiste —le respondió el reflejo, antes de evaporarse, una criatura apareció junto al altar roto, era pequeña, parecía un feto hecho de humo, pero su boca contenía relojes rotos.
—¿Qué sos?
—El tiempo que perdiste. —Y comenzó a devorar el aire, Asha no supo detenerlo, porque con cada bocado, olvidaba algo más, Nerya levantó la flor de ojos y uno de ellos se abrió, la flor le habló.
—¿Querés salvarla?—Quiero entenderla.
—Entonces vas a tener que traicionarla.
—¿Por qué?
—Porque todo lo que ella olvida necesita un nuevo cuerpo.
—¿Y si ese cuerpo soy yo?
—Entonces prepárate para arder. —Yira avanzó hacia la grieta, los sin nombre, inmóviles, la dejaron pasar, ellos ya no obedecían a nadie, porque nadie tenía nombre que los retuviera, Yira no los miró, solo murmuró:
—Ella está llena, pronto se partirá. —Una de las Ashas descendidas del cielo habló, pero no con voz, con espejo, cada palabra se formaba como reflejo invertido en el agua sólida.
—Tu reflejo no miente —decía—. Pero tampoco te salva.
Asha la tocó y en ese instante, vio una vida que nunca vivió: una infancia en paz, una manada que la adoraba un amor que no la encerraba, un mundo sin grietas y entonces… lo vomitó.
—No soy eso, no quiero serlo.
—No querés recordar que alguna vez pudiste —le respondió el reflejo, antes de evaporarse.
Una criatura apareció junto al altar roto, era pequeña, parecía un feto hecho de humo, pero su boca contenía relojes rotos.
—¿Qué sos?
—El tiempo que perdiste.
Y comenzó a devorar el aire, Asha no supo detenerlo, porque con cada bocado, olvidaba algo más, Nerya levantó la flor de ojos y uno de ellos se abrió, la flor le habló.
—¿Querés salvarla?—Quiero entenderla.
—Entonces vas a tener que traicionarla.
—¿Por qué?
—Porque todo lo que ella olvida necesita un nuevo cuerpo.
—¿Y si ese cuerpo soy yo?
—Entonces prepárate para arder.
Yira avanzó hacia la grieta, los sin nombre, inmóviles, la dejaron pasar, ellos ya no obedecían a nadie, porque nadie tenía nombre que los retuviera, Yira no los miró, solo murmuró:
—Ella está llena pronto se partirá.
Asha cayó de rodillas, el suelo la absorbía, pero no con tierra, con memorias que no reconocía, una voz cantaba dentro de su cráneo: "Sos la que rompió el ciclo, sos la que sangró en lugar del lobo, sos la que amó sin tregua y por eso fuiste dividida." no era Rheor, no era una de las Ashas reflejadas, era otra cosa, la raíz del Eclipse… hablaba, Nerya llegó al corazón de la grieta, ahí vio el núcleo, no era fuego, no era sombra, era un corazón, uno que latía con el mismo ritmo que el suyo y entendió:
—Una parte de mí siempre fue ella.
Tomó la flor de ojos la hundió en el centro del corazón y el mundo tembló, Kieran, desde su rincón de niebla, sintió el grito, por primera vez desde que perdió su cuerpo… algo dentro se pegó de nuevo a su carne, se alzó y sus ojos, por fin, recuperaron un poco de voz.
—Asha. —La Asha coronada con colmillos avanzó hacia la original.
—No vas a sobrevivir si no elegís cuál de nosotras merece existir.
—¿Y si no elijo?
—Te vamos a devorar. —Asha miró al cielo, la luna estaba entera, pero al revés y sangraba palabras que nadie podía leer.
La luna descendió, no el reflejo, la verdadera, cayó al centro del mundo y todo tembló como si lo estuvieran soñando desde el principio, Asha se acercó al borde de la grieta, una de sus versiones la tomó de la muñeca.
—Si nos dejás entrar, vas a desaparecer.
—Ya estoy desapareciendo.
—Entonces abrinos.
—No.
Y las versiones se encendieron en fuego azul, no gritaron, se fundieron entre sí y luego se disolvieron, una sola quedó, la Asha con la corona de colmillos y se arrodilló.
—Elegiste quedarte, entonces yo te sigo.
Nerya despertó con la flor en el pecho, no había sangre, solo símbolos, uno de ellos se movía, no era parte de ella, era una promesa, Kieran caminó hacia la torre caída, sus pasos dejaban ceniza, pero al llegar, Asha no lo miró, porque ya no era su historia, era su herencia, la luna volvió al cielo, pero no del todo, una parte quedó suspendida, como si dudara y todos los que alguna vez tuvieron un nombre… sintieron que era el último, Asha, de pie en medio de los escombros, murmuró:
—Que empiece el tiempo nuevo. —Y el cielo respondió:
—No hay tiempo. —Solo grietas.
La grieta no cerró, se convirtió en umbral, uno que respiraba, uno que observaba. Asha se acercó con los pies descalzos, el cuerpo cubierto de símbolos vivos, y la mirada partida entre la furia y la comprensión, allí, en el centro exacto del mundo, la esperaba ella misma, no una versión, no un reflejo, sino la posibilidad de lo que podría haber sido si hubiera elegido huir en lugar de quedarse, tenía la misma voz, pero no temblaba, tenía las mismas manos, pero no sangraban.
—No vengo a destruirte —dijo esa Asha imposible.
—¿Entonces? —Vengo a recordarte lo que fuiste antes de ser maldita. —No me interesa. —Te tiene que interesar, porque si olvidás del todo… nos borrás a todas.Asha no respondió, solo caminó alrededor de ella, una danza, una espiral y cuando cerró el círculo, la abrazó, no con amor, con dolor, porque abrazar una versión que no elegiste, duele más que rechazarla, la otra Asha se deshizo en aire y la grieta del cielo… parpadeó, Nerya, desde lejos, sintió el estremecimiento, el símbolo en su pecho se agrietó.
—No estamos listas —dijo. —Yira apareció detrás.
—Nunca se está lista para ser devorada. —Kieran no llegó a la torre.Porque en medio de la noche estática, una figura lo detuvo, tenía su forma, pero sin boca, sin piel, sin voluntad.
—Soy tu sombra devuelta, ahora vos seguís mis pasos. —Asha volvió a abrir los ojos y el mundo estaba en silencio.
No porque descansara, sino porque esperaba, esperaba que ella decidiera si esa herida iba a cerrarse, o volverse la nueva forma de respirar. Ella susurró:
—No soy salvación, tampoco castigo, soy lo que queda cuando todo lo demás falla. —Y la grieta… empezó a florecer, no en fuego, en posibilidad.
Las versiones de una misma no pelean. Se prueban. Y si una sobrevive, no es porque sea más fuerte. Es porque aceptó sangrar sin garantía de reconstrucción.