Asha encontró un cuenco lleno de agua que no mojaba, dentro, su reflejo no se movía como ella, parpadeaba antes, sonreía después.
—¿Qué sos? —preguntó.
—Soy lo que recordás mal —respondió. —Ella tocó el agua y fue tragada por una imagen.Se vio a sí misma en un bosque distinto, los árboles no estaban muertos, Kieran la miraba con ternura, su marca era otra, no de encierro, de pertenencia.
—¿Qué es esto? —preguntó.
—Una historia que pudo haber sido. —Nerya despertó con las manos temblando.
Había soñado que Asha la elegía, que la coronaba como guía, que no había Eclipse, ni grieta y al mirar su pecho, el símbolo… sangraba palabras, una sola: "Mentira".
Una criatura surgió del reflejo que dejó Asha, tenía forma de libro, pero cada página era una herida, cada letra, una promesa rotal, la criatura se alimentaba de lo que no ocurrió, de todo lo que fue deseado pero nunca realizado y crecía, Rheor habló desde dentro.
—Estás intentando curarte con lo que no existe.
—Estoy probando si puedo cambiar lo inevitable. —¿Y si lo que cambias… nunca vuelve?—Entonces por fin dejaré de ser la herida y seré la cicatriz. —La criatura-libro creció tanto que comenzó a arrastrarse por las raíces del mundo.
Pasó por las ruinas de la torre, por los cuerpos dormidos de los sin nombre, por la grieta que aún sangraba luz y todo lo que tocaba… lo reescribía, un árbol que nunca había florecido, amaneció cargado de frutos, un cadáver que llevaba días muerto, abrió los ojos… y sonrió, un nombre olvidado apareció tallado en la piedra, pero Asha no lo recordaba, porque no era su verdad, era una verdad alternativa, escrita por lo que deseó y nunca consiguió. Nerya fue arrastrada al fondo de su mente, allí vio una escena imposible: Ella y Asha, niñas, juntas en el mismo clan, riendo, protegiéndose, compartiendo una luna limpia.
—Esto nunca pasó —murmuró.
—Pero pudo —susurró la flor que tenía en el pecho. —Y cuando despertó, no supo cuál de las dos vidas era real.
Kieran llegó a un claro que no conocía, en él, encontró un altar nuevo, uno que tenía su nombre, uno que lo recordaba como el Alfa que había salvado al mundo.
—Yo no hice esto. —La sombra detrás de él respondió:
—No, pero querías haberlo hecho y eso basta para que exista… aunque sea un rato.
La grieta del cielo cambió de color, del negro al plateado, del plateado al rojo y de allí comenzó a llover fragmentos de historias no vividas, una mujer que nunca fue madre, un hombre que nunca fue traidor, un lobo que jamás eligió a nadie, cada fragmento tomaba forma y comenzaban a caminar, no sabían a dónde, solo sabían que eran reales… porque alguien los había deseado con suficiente intensidad. Asha emergió del cuenco con el pecho agitado, no porque le faltara aire, sino porque le faltaba certeza.
—Nada de eso era verdad —susurró. —Pero la voz de Rheor respondió con algo peor:
—¿Y si lo fue… en otro Asha? —Ella apretó los puños.
Los símbolos de su cuerpo cambiaban ya no eran estables, algunos desaparecían al pronunciar sus nombres, otros nacían con cada duda, uno nuevo apareció en su espalda: una cicatriz en forma de puerta cerrada, la criatura-libro se detuvo frente al altar, abrió una página que no tenía texto, solo sangre y al tocarla, una historia apareció, en esa historia, Asha había huido, no luchó, no abrazó el eclipse, no marcó a nadie, solo vivió en un valle escondido, tuvo una hija, murió vieja y nunca fue maldita. Asha cayó de rodillas, porque por un momento… creyó que eso podía ser real.
Nerya entró en el corazón del bosque, allí los árboles hablaban con su voz, la llamaban por nombres que no eran suyos, le contaban momentos que jamás vivió, una de las ramas le ofreció un fruto, dentro del fruto, una imagen: ella matando a Asha con dulzura, como si fuera parte del ciclo.
—¿Esto también es mentira? —La flor del pecho respondió:
—No, es una posibilidad y las posibilidades no mueren si no las mirás, solo esperan. —Yira observaba desde lejos.
—La está rompiendo por donde es más frágil —dijo Kieran, envuelto en su sombra, la miró.
—¿Qué querés que haga?
—Recordala, pero no como fue, recordala como si nunca te hubiera fallado.
—¿Por qué?
—Porque eso va a matarla más que cualquier arma.
La grieta del cielo se abrió un poco más y esta vez, no cayó una historia, cayó una elección, la elección cayó desde la grieta en forma de daga, era pequeña, brillaba como luna nueva, tenía tallado un solo nombre: "El Silencio." Asha la sostuvo en la mano, era liviana, demasiado.
—¿Qué se supone que decida? —Rheor, ahora temblando, le susurró:
—Si querés seguir cargando con la verdad… o dejar que la mentira te salve. —En ese instante, todas las versiones de Asha que alguna vez soñó, vivió o rechazó, la rodearon.
Una le tendió la mano, otra lloraba con una niña en brazos, otra ardía, otra dormía de pie.
—Si nos aceptás, vas a dejar de ser vos —dijeron al unísono.
—Y si las rechazo… ¿me quedo sola?
—Más sola que nunca, pero real. —Asha tragó saliva y clavó la daga en el suelo.
No eligió ninguna historia, ni la suya, ni las falsas, eligió el silencio y en ese silencio… todas las versiones desaparecieron, el cuenco se quebró, la criatura-libro gritó, la grieta se cerró un poco y Asha quedó sola por elección.
Nerya lo sintió, la flor se marchitó, los símbolos de su pecho se apagaron, pero uno permaneció, uno nuevo: "Memoria de la que se negó a mentirse." Yira se alejó, por primera vez, con respeto.
—No todos sobreviven a lo que desean.
Kieran cayó de rodillas, su sombra se disolvió y por primera vez… lloró sin saber si el recuerdo que lo dolía había sido real o no.
Asha cerró los ojos y la luna volvió a girar, no porque todo estuviera bien, sino porque ella se negó a girar con ella.
No fue la grieta. No fue la sombra. Fue el deseo de haber sido otra cosa lo que casi la destruye. Pero Asha eligió… y eligió no mentirse, aunque eso signifique cargar con lo que duele.