A la mañana siguiente, Iris decidió salir a caminar al parque con Bingo. Necesitaba aire. Necesitaba poner sus pensamientos en orden, aunque fuera imposible.
Mientras caminaba por los senderos verdes, con Bingo tirando suavemente de la correa, las palabras de Corinne seguían rondando su cabeza como un eco cruel.
“No basta con decidir quién cuida de ti… si esa persona ya eligió cuidar de alguien más.”
Y dolía.
Porque sabía que tenía razón.
Porque todavía no entendía qué había pasado con Hugo.
Por qué estaba con Isabela.
Por qué le había dicho que la amaba.
Que quería casarse con ella.
Si, al final, sabía que terminaría volviendo con esa mujer.
Pero de todas las preguntas sin respuesta, había una que le dolía más que todas las demás:
Que Max también hubiera desaparecido con él.
De cierta forma, los había perdido a ambos al mismo tiempo. Y eso la estaba rompiendo poco a poco.
De pronto, sintió el móvil vibrar en el bolsillo de su abrigo. Lo sacó con manos temblorosas y contestó sin mirar