La distancia entre ellos era mínima, y la tensión crecía con cada segundo. Ambos sabían que no podían permanecer tan cerca y a solas por tanto tiempo. Aunque se habían contenido, sobre todo por Hugo. Iris esperaba una respuesta, pero un mensaje en el teléfono de él rompió aquella burbuja. Hugo miró la pantalla y luego guardó el teléfono.
—Deberíamos irnos, o llegaremos tarde.
Iris, al ver que cambiaba de actitud, asintió y caminó delante de él. Al llegar al estacionamiento, miró a Hugo para saber en cuál auto se irían a la fiesta.
—¿El tuyo o el mío? —preguntó Iris, señalándolos.
—El mío —respondió Hugo sin titubear.
—De acuerdo —contestó ella mientras subía a su auto.
—Haremos una pequeña parada, ¿no te molesta? —preguntó Hugo.
—¿Demorará mucho?
—No, pasaremos a buscar a Max. Ha tenido una pelea en una fiesta. ¿No se molestará Theo si lo traemos con nosotros?
—Creo que no, igual es una fiesta. ¿Pero cómo está Max? —inquirió Iris, preocupada.
—Sobrevivirá —bromeó Hugo.
Al llegar al lu