Capítulo 88

Tras la pregunta, el silencio cayó sobre ellos, envolviéndolos, y el miedo empezó a espesarse en la habitación; denso y casi tangible, como garras que les oprimían el pecho.

Nancy mantenía las piernas rígidas, fingiendo firmeza mientras cubría a los gemelos con su cuerpo. Lia escondía el rostro contra el hombro de su hermano, temblando, y Leo mordía su labio con tanta fuerza que parecía a punto de desgarrarlo, en un vano intento por contener el llanto.

El crujido de la madera bajo las pisadas del Alfa fue lo único que interrumpió la quietud de la habitación, seguido de su voz.

—Entonces, ¿quién me dará la respuesta? —preguntó con voz calmada, pero en su tono se filtraba algo tan frío que parecía arrancarles el aire de los pulmones.

Kaelvar inclinó la cabeza, fingiendo curiosidad, y se detuvo a un metro de ellos. El silencio asfixiante los seguía envolviendo, hasta que Lia lo rompió con un sollozo.

—Eso es… —susurró, ladeando la cabeza como un depredador que estudia a su presa—. Un aro
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